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Albañil y casi juega en Real Madrid: la historia del Pulga Rodríguez

El 10 tiene 34 años y se encuentra ante la chance única de gritar campeón en la final de la Copa Sudamericana.

El pasado del Pulga parece de ficción.
Actualizada: 08/11/2019 14:54
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Luis Rodríguez quiere abrazar la gloria. Nunca había estado tan cerca de festejar un título como mañana, cuando Colón salga al césped de La Nueva Olla de Paraguay para enfrentar a Independiente del Valle por la Copa Sudamericana.

Le dicen Pulga, como a Lionel Messi, y estuvo a punto de enfrentarlo en España si lo contrataba el Real Madrid, pero ahora es ídolo de Colón. "Este será el partido de mi vida", admite.

A los 34 años, el delantero que lleva la camiseta 10 puede contar una vida de película. A los 14 años lo vio en un torneo internacional en Islas Canarias un representante del Merengue pero el pase fracasó.

Sólo tenía 13 años cuando se lo había llevado a Europa una intermediaria y un empresario que deseaban sumarlo al Inter de Italia. Rechazaron ficharlo en la Casa Blanca, pero tampoco le encontraron club europeo.

Lo habían ido a buscar, junto con otras cuatro infantiles promesas, hasta los potreros de la ciudad de Simoca, en Tucumán.

En aquella prematura aventura europea los empresarios mandaron al grupo de pequeños tucumanos en tren hasta Bucarest. Les habían dicho que jugarían en un club rumano. Pero nadie los esperaba en la estación y se quedaron sin dinero, vivienda ni destino. Volvieron a su país.

"Tenía miedo del viaje, del avión, pero quería jugar al fútbol en primera", reconoce el Pulga. Así lo demostró en semifinales de la Sudamericana. Marcó con sutileza dos tiros penales decisivos ante Atlético Mineiro de Brasil para llevar a Colón a la final.

El primero fue casi sobre la hora y descontó a 2-1 la ventaja de los brasileños. Colón había ganado 2-1 la ida. Fueron a la tanda de penales. Rodríguez anotó con toque suave, sin esfuerzo, como si pateara la pelota en la sala de su casa y no en una semifinal copera. El Sabalero ganó el desempate 4-3.

"Debe ser desesperante para el arquero ver cómo la pelota va despacito para el otro lado", narra la jugada sin ironía, sólo como descripción de un momento nada feliz para el adversario.

El pasado del Pulga parece de ficción. Fue albañil y pintor para ayudar a su numerosa familia de nueve hermanos. Simoca en quechua significa "lugar de paz y silencio". Lo que abunda, en cambio, es pobreza.

El Pulga jugaba descalzo porque no había plata para botines. Usaba zapatillas de mujer que le prestaban porque eran de su medida 39, un pie pequeño para un hombre. Un día pudo usar auténticos botines.

A los 16 años, de vuelta en Simoca, no lo tenía en cuenta ningún club fuerte hasta que metió 12 goles en un partido barrial. Fue la clave para que lo contratara Atlético Tucumán.

Jugó un tiempo para Racing de Córdoba y Newell’s. Con Atlético Tucumán ganó tres torneos en categorías de ascenso. Y siempre fue goleador y asistidor.

Fueras de las canchas se muestra fanático de la política: está afiliado al Justicialismo y celebró el triunfo del Frente de Todos. Profesa el hinduismo, a lo que lo llama su "otra pasión en la vida junto al fútbol".

Mañana el 10 puede hacer realidad su sueño.

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